gbaldoni
El borde del abismo
El comienzo me da la sensación de estar al borde de un abismo. Ese vacío en el estómago y percibir que ese espacio abierto y desconocido ejerce una atracción difícil de resistir. Saltar implica dar lugar a ese rush de adrenalina y el temor de no saber hacia dónde se va. Caer o volar da lo mismo, lo importante es lanzarse. No me puedo sacar de encima cierto pesar y me pregunto por qué. Quizás es la profusión de preguntas y la escacez de respuestas.
Por ejemplo, pensamos en ponerle a la obra "Partidas". Una palabra que en su polisemia encierra por lo menos tres sentidos que me ayudan en pensar en el trabajo. Partidas como adjetivo que habla de las funciones divididas, la obra que son dos, o quizás tres. Partidas, el sustantivo plural que habla de irse, de ya no estar en un lugar, de ausencia. Partida como juego, una partida de ajedrez que iremos construyendo, donde cada jugada determinará el resultado final.
"El teatro repone una ausencia". ¿De qué ausencias estamos hablando? ¿Cuánto es lo no dicho, lo que se puede decir sin nombrar?
Hay una soledad en las partidas. La del que parte y la del que queda. La de ambos que quieren reponer la presencia del otro. Y si bien las comunicaciones y las nuevas tecnologías nos permiten estar cada vez más cerca, hay un espacio que siempre permanece vacío. Al estirar la mano y tratar de llegar, siempre queda una distancia que se va a acortando pero perdura imperturbable. Como Tántalo, con los manjares casi a su alcance y sin poder agarrarlos nunca.
No sé si hoy me atrevo a pensar un poco más en las partidas que me están incomodando ahora. Las que a veces me entristecen hasta sacarme las ganas de dar el salto. ¿Será posible llenar ese vacío con el arte, hablar de la ausencia, sin nombrarla, y hacerla presente? A veces me pregunto...
Sentirse partida. Llena de ausencias.
Una obra que está partida y cada mitad habla de la ausencia de la otra. De manera simultánea, en dos ciudades llamamos a asistir al mismo ritual. Aunque no es el mismo, es la otra cara de la misma moneda. No podemos ver las dos caras al mismo tiempo. Pero sin ambas, la moneda no es tal.
Más allá de los dispositivos que nos permitirán vislumbrar la otra cara, los trucos de magia que nos darán la sensación de estar viendo la otra parte de la obra solo reforzarán la ausencia. Creemos que entendemos, pero no.